El arduo camino hacia la independencia
Durante los once años que duró la paz, se produciría un hito
que iba a cambiar el destino del pueblo sudanés: el descubrimiento de petróleo
en la región de Sudán del Sur. La posibilidad de explotar el crudo supuso una
nueva escalada de tensión entre el norte y el sur, que iba a desembocar en la
supresión de la autonomía sursudanesa por parte del gobierno de Jartum, hecho
que provocó el comienzo la segunda guerra civil (1983-2005).
La independencia aviva las tensiones
El júbilo desbordaba las calles de las principales ciudades sursudanesas y su pueblo oteaba el horizonte con mayor esperanza de prosperidad y desarrollo. Una vez despojado del yugo del poder central de Jartum, que durante casi medio siglo de guerra mantuvo políticas de marginalización sobre la región sur –hasta 2005 no hubo en todo Sudán del Sur una sola carretera alquitranada-, la ilusión de autosuficiencia se abría camino: la secesión dejó en el nuevo estado el 75% de los campos petroleros que poseía la República de Sudán. Sin embargo, el optimismo generado aquel nueve de julio pronto se tornaría en incertidumbre.
La lucha fratricida por el poder
Las décadas de lucha por la independencia provocó que las dos tribus mayoritarias de Sudán del Sur, los Dinka y los Nuer, aminoraran su histórica rivalidad para hacer frente al enemigo común: el norte árabe. Con la aparición del nuevo estado, las esperanzas de consolidar un sentimiento nacional unitario prácticamente insólito entre los sursudaneses iban a durar más bien poco. De hecho, las reticencias sobre la viabilidad del proyecto nacional iban a gestarse antes incluso del nacimiento de la joven república. Esta guerra no declarada comenzaría en la capital, Juba, pero pronto se instalaría en las regiones norteñas, donde se ubican las tropas nuer del ‘Ejército Blanco’ leales a Machar, y donde también se localizan las mayores explotaciones petroleras en el país. A la lucha entre facciones armadas se le suman matanzas genocidas de civiles que provocan que el temor y el caos recorran el país, y que la cifra de refugiados y exiliados no pare de crecer. La evolución del conflicto deja un escenario aún más complejo, de modo que afirmar que el conflicto es una lucha de nuers contra dinkas puede resultar simplista. Hay grandes excepciones.China y Estados Unidos: intereses enfrentados
El gigante asiático es el mayor interesado en la vuelta al
status quo anterior a la guerra, y de ahí a que haya manifestado su deseo
categórico del cese de la violencia. Detrás de este empeño, a nadie se le
escapa que es el mayor beneficiado del petróleo de Sudán y Sudán del Sur. China
financió tanto las refinerías como los oleoductos para el transporte y
comercialización del crudo y, hoy en día, dos tercios de las exportaciones de
crudo sursudanesas van a parar al gigante asiático. Por
su parte, Estados Unidos se convirtió en el apoyo internacional más importante
que los sursudaneses tuvieron en su lucha por la independencia. Acusado de
provocar que el radicalismo islamista se expandiese en su país, el Presidente
de la República de Sudán, al-Bashir, se convirtió en un enemigo público para
los estadounidenses. Si bien Estados Unidos
ha condenado la violencia y ha pretendido el cese inmediato de las hostilidades
una vez estallado la guerra civil, el presidente sursudanés, Salva Kiir,
mantiene una versión radicalmente opuesta. Éste acusa a los norteamericanos de
apoyar a su rival Riek Machar, quien según el Presidente les habría prometido
expulsar a las compañías chinas del país para disponer el petróleo en manos de
empresas estadounidenses.
Una región en vilo
Con el estallido del conflicto en Sudán del Sur, comenzaron también los temores por la desestabilización de una región ya de por sí turbulenta por la sofocante pobreza y las rivalidades tribales. En especial son los países vecinos los que contemplan con mayor preocupación el desarrollo de la contienda. La organización regional en la zona es la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), fundada en 1996 con el propósito de fomentar la cooperación, el desarrollo y la seguridad entre sus miembros, que hoy en día son ocho: Sudán, Sudán del Sur, Uganda, Eritrea, Kenia, Yibuti, Somalia y Etiopía. Por otro lado, no son pocos los que acusan a la República de Sudán de haber orquestado la guerra civil de su vecino del sur. Con la llegada en 1989 del todavía presidente al-Bashir, el intento por dividir y enfrentar a las principales tribus sursudanesas estuvo a la orden del día. Ahora, el presidente sudanés centra sus esfuerzos en controlar al gobierno de Kiir recurriendo a su dependencia a la hora de comercializar el petróleo.
Con el nacimiento de Sudán del Sur el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la instalación de dos misiones para el mantenimiento de la paz relativas al nuevo estado. La primera de ellas se ocupa del conflicto con el vecino del norte: la UNISFA (Fuerza Provisional de Naciones Unidas para Abyei), cuyo objetivo es la desmilitarización y el control de paz en la zona disputada de Abyei.
En lo referente al conflicto interno que sufre el país las NacionesUnidas desplegó la UNMISS (Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Sudán del Sur), la cual ha sido ampliada en mayo de 2014. Sus objetivos prioritarios son la protección de los civiles, la vigilancia de los derechos humanos y el apoyo a la ejecución del acuerdo del cese de hostilidades. Hoy en día la misión cuenta con alrededor de 11.500 efectivos de seguridad y más de dos mil civiles empleados en tareas humanitarias.
Muy buen trabajo... no olvides escribir la referencias de donde sacas la información
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